La casa del Conejo Blanco es el quinto episodio de la primera temporada de la serie Alicia en el País de las Maravillas. Está basado en el capítulo 4 del libro Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll. Se estrenó en 1983.
Argumento
[[Alicia|
Alicia]] está en su habitación intentando meter a Benny Bunny en su casita de muñecas, sin darse cuenta de que el pequeño conejo no cabe en ella debido a que está llena de peluches. Entonces, su madre entra en la habitación, para pedir a su hija que baje a despedirse de su profesor. Alicia baja enseguida, y, al hacerlo, descubre que el profesor ha olvidado sus guantes y su abanico en el salón de la casa. Amablemente, el maestro pide a la niña que se los traiga, pero confunde su nombre con el de Mariana. Algo fastidiada porque el profesor siempre olvida su nombre, Alicia comienza a buscar los guantes en cada rincón, pero, al hacerlo, aparece de pronto en medio del campo, y el Conejo Blanco la está gritando, enfadado, que vaya a su casa a buscar sus guantes y su abanico. Alicia accede de mala gana, y entra en casa del Conejo. Pero, una vez en su interior, encuentra sobre una mesita una taza y una tetera con té caliente, y decide servirse y beber un poco. Al hacerlo, comienza a crecer y a crecer, tan súbitamente, que la pobre muchacha queda atascada en el interior de la vivienda. Al momento llega el Conejo, pero sufre un desmayo, y seguidamente hacen su aparición el Aguilucho, el Dodo y el Ratón. Más tarde aparecen también los gemelos Din y Dan, y todos juntos deciden ir a buscar a Bertito, un lagarto que, como nunca sabe decir que no, seguro les ayudará a sacar a la gigantesca niña de la casa. Bertito se niega, pero todos le obligan y, robándole la escalera a la Reina de Corazones sin que ésta se entere, consiguen hacer subir al lagarto por ella, hasta el tejado de la casa, y que luego se cuele por la chimenea. Harta de todo, Alicia da una patada a Bertito cuando está bajando por la chimenea, y éste sale disparado. Entonces llega la monarca furiosa, pues le han robado la escalera y, al ver a Alicia atascada en la casa, manda a sus soldados cocinar unas pastas para lanzárselas a la niña. Hecho esto, Alicia come una de ellas y mengua enseguida. Y, al hacerlo, en vez de encontrarse entregándole los guantes al Conejo Blanco, se encuentra dándoselos a su olvidadizo pero amable profesor.