El lago de las lágrimas es el tercer episodio de la primera temporada de la serie Alicia en el País de las Maravillas. Está basado en el capítulo 2 del libro Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll. Fue estrenado en 1983. Se emitió, en TVE2, el 02/07/1986.
Argumento[]
Alicia llora hasta crear un lago de lágrimas.
Intentando calmar a su gata Dina, la cual está celosa porque sólo se le hace caso a Benny Bunny, Alicia se sube al alféizar de la ventana de su dormitorio para coger al juguetón animal. En cuanto el padre de Alicia ve a su hija peligrosamente encaramada al alféizar, sube corriendo a socorrerla para que no se caiga. Después de una regañina, Alicia sale al jardín con Benny para pasear un rato, y se cruza por tercera vez con el Conejo Blanco, quien, nuevamente, parece tener mucha prisa. La niña, llevando a Benny con ella, sigue al Conejo Blanco hasta su agujero, a través del cual cae otra vez a la sala de las puertas. Allí encuentra un pastel, y, rápidamente, Alicia come un trocito. Al momento, comienza a agrandarse más y más, hasta que queda atascada en la sala. Es entonces cuando comienza a llorar desconsolada, y los gigantescos lagrimones inundan al instante la habitación. Reaparece luego el Conejo Blanco, y Alicia le quita su abanico para abanicarse. El airearse de este modo produce un extraño efecto en la niña, quien al momento mengua de tamaño y cae al proceloso mar de lágrimas. Allí se encuentra con un ratón, un loro, un aguilucho y un cangrejo. Junto a ellos, Alicia y Benny son arrastrados por el mar y llegan a la playa de una isla verdaderamente rara: se trata de un lugar donde todo, desde la vegetación hasta la tierra, está pintado de rayas negras. Al momento comienzan todos a buscar el origen de esas pintadas, y pronto encuentran al responsable: un gato rayado que dibuja líneas en todo porque un día la Reina de Corazones mandó hacer lo mismo con él, es decir, marcarlo con rayas negras para que pareciera un tigre. Enseguida la monarca hace acto de presencia, pues, indignada al ver desde su castillo que la isla había sido rayada, ha decidido ordenar a sus naipes borrarlas con agua. Es cuando un chorro de agua cae sobre Alicia cuando ésta se percata de que no está en ningún islote, sino en el jardín de su casa, parada bajo la fría lluvia.